sábado, 8 de septiembre de 2012

Uno de tantos homenajes a Pepe

Homenaje del Colegio de Periodistas, añp 2002
Lucía Sepulveda, periodista, dedicó estas palabras a José Carrasco Tapia


“Irradiar alegría por estar en una causa justa”. Lo dijo el Pepe de otro compañero, del Chico Mario Díaz, en el entierro de éste. Pero también estaba autorretratándose…Es hermoso saber que nuestro colega y compañero siempre estuvo contento con su opción de vida. Una opción que pudo quizás intuir teóricamente cuando ingresó al MIR el año 1967, pero que tras el golpe se develó en toda su crudeza. En ese marco, por ejemplo, en el campo de concentración de Puchuncaví, Pepone, militante y periodista, se las arregló para romper colectivamente la censura, y liderar la primera huelga de hambre de presos, como reacción ante la maniobra con que la dictadura quiso esconder la desaparición de 119 chilenos: la OperaciónColombo. Este testimonio dado arriesgando la propia vida, junto a otros 96 detenidos, restó de inmediato credibilidad al montaje sobre la supuesta muerte de los desaparecidos en el exterior. Las condiciones de líder de Pepe eran innatas, y desde muy joven se vinculó a las luchas gremiales y sindicales, pero el carácter del liderazgo que asumió, se fue forjando en el camino. Una lectura de la vida de Pepe nos lleva a darnos cuenta de cómo aun en medio de experiencias límites, es posible crecer y aprender. Nada más lejano a su práctica que la de ser una “víctima”. Conoció la prisión, la tortura, la muerte de seres queridos y el exilio, pero su paso por el hábitat del horror y el destierro, le confirió una ciudadanía que le permitió mirar la vida de una forma aún más competa, y agregar a su consecuente militancia política y gremial, una capacidad notable para amar, entender al otro, para dialogar, para construir relaciones de una calidad superior en distintos ámbitos de la vida, incluyendo el de la propia familia. Fuimos amigos y compañeros de militancia en la época de la vorágine previa al 11 de septiembre del 73, cuando todo era una carrera contra el tiempo y contra el golpe que venía. En este entonces, Pepe pasaba como un bólido por distintos lugares en busca de informaciones, de recursos o apoyo, y su urgencia era la del MIR, que buscaba tener mayor peso en los medios de comunicación, en las poblaciones y fábricas, para plantear allí lo que considerábamos eran las tareas necesarias. El conservó esa urgencia y ese entusiasmo por hacer cosas, pero le agregó otros condimentos que son, tal vez, los que permiten que su memoria llegue a ámbitos que van mucho más allá de su militancia y de nuestra profesión. Es una memoria que nos interpela amistosamente, es una mano –un poco pesada, como la de él – en el hombro, que nos llama a romper las censuras del 2002, a retomar el quehacer colectivo, a buscar alegremente la forma de entregar a los jóvenes periodistas de hoy, los valores con los que Pepe Carrasco sacó brillo a su opción de vida y militancia.



Ese mismo año, Luciano Carrasco, hijo de "pepe" también habló de su padre. el 11 de diciembre de ese mismo año Luciano se suicidó lanzandose a las lineas del tren a la altura de Pedro Aguirre Cerda.

Pepe Carrasco en la memoria



En estos días en que el mal periodismo se posiciona en los diarios y televisores, cuando el objetivo es denunciar a los peces chicos y finalmente el trabajo de investigación termina siendo una humorada, en esos momentos en que falta más verdad, más valentía en la calle y ante el poder,  son esos los momentos en que pensamos… todo sería tan diferente con personas como “pepone”

Hoy se cumplen 26 años del asesinato del periodista José Carrasco Tapia, quien fue cobardemente asesinato por un grupo de la CNI como parte de la venganza tras el atentado a Pinochet. 14 balazos, un cuerpo en la perifieria de Santiago, frente al cementerio donde cada 8 de septiembre se le recuerda al periodista que dio su vida por la libertad.

“Pepone” como le decían sus amigos fue un valiente periodista y que tras su muerte se transformo en un símbolo de la libertad de expresión y la lucha contra la censura. Era integrante del MIR (movimiento de izquierda revolucionaria), estuvo detenido entre el 1974 y 1976 para después ser exiliado, pero a diferencia de muchos, él no estaba conforme con mirar a Chile desde la lejanía y regresó para luchar por la verdad, la democracia, la libertad desde su mejor trinchera, el periodismo.

Trabajo en la revista “Análisis”, uno de los medios de oposición más importantes, junto a Juan Pablo Cárdenas, Fernando Paulsen y otros periodistas, decidieron desafiar el sistema, sin importar cuantas veces los allanaran.
Días antes de ser asesinado, le habían dicho que saliera de Chile, que podía pasar a ser una víctima más del régimen militar, pero su salida duro poco y regreso un par de días antes de que agentes del estado llegaran a su casa, se lo llevaran detenido frente a su familia a las 5 de la madrugada y lo mataran un rato después.

Hoy, cuando ya han pasado 26 años, algo de justicia ha llegado, es de esa justicia con gusto a poco, pero que tiene mejor sabor que la impunidad absoluta que tanto tiempo ha sido parte de este país.
El año 1999 y tras un largo silencio los tribunales determinaron quienes habían participado del asesinato de “pepone” y de tres personas más. Fueron parte del grupo criminal:  11 a 15 agentes de la CNI, de los cuales sometió a proceso como coautores al actual mayor de ejército en retiro, Álvaro Corbalán Castilla, entonces comandante de la División Antisubversiva Metropolitana ; coronel de carabineros Iván Quiroz Ruiz; teniente coronel Krantz Bauer Donoso ("Oscar Hernández"), al mando de la unidad operativa encargada de reprimir a los integrantes del MIR; capitán retirado Jorge Vargas Bories ("Jorge Polanco"), jefe de la unidad que actuaba bajo órdenes directas de Álvaro Corbalán;  (Punto Final) 



Finalmente tras un extenso proceso de investigación el 28 de diciembre del 2007 se condeno a 14 ex agentes de la CNI, Álvaro Corbalán recibió una condena de 18 años y Jorge Vargas junto a Iván Quiroz tienen una condena de 13 años, siendo estos los de penas más altas.
Pero la falta de justicia para José Carrasco ha sido equilibrada con el recuerdo, los homenajes, el Preuniversitario que lleva su nombre, los recuerdos que quedan de él en distintos edificios, el cariño de sus colegas, familia y conocidos.