Lucía Sepulveda, periodista, dedicó estas palabras a José Carrasco Tapia
“Irradiar alegría por estar en una causa justa”. Lo dijo
el Pepe de otro compañero, del Chico Mario Díaz, en el entierro de éste. Pero
también estaba autorretratándose…Es hermoso saber que nuestro colega y
compañero siempre estuvo contento con su opción de vida. Una opción que pudo
quizás intuir teóricamente cuando ingresó al MIR el año 1967, pero que tras el
golpe se develó en toda su crudeza. En ese marco, por ejemplo, en el campo de
concentración de Puchuncaví, Pepone, militante y periodista, se las arregló
para romper colectivamente la censura, y liderar la primera huelga de hambre de
presos, como reacción ante la maniobra con que la dictadura quiso esconder la
desaparición de 119 chilenos: la OperaciónColombo. Este testimonio dado
arriesgando la propia vida, junto a otros 96 detenidos, restó de inmediato credibilidad
al montaje sobre la supuesta muerte de los desaparecidos en el exterior. Las
condiciones de líder de Pepe eran innatas, y desde muy joven se vinculó a las
luchas gremiales y sindicales, pero el carácter del liderazgo que asumió, se
fue forjando en el camino. Una lectura de la vida de Pepe nos lleva a darnos
cuenta de cómo aun en medio de experiencias límites, es posible crecer y
aprender. Nada más lejano a su práctica que la de ser una “víctima”. Conoció la
prisión, la tortura, la muerte de seres queridos y el exilio, pero su paso por
el hábitat del horror y el destierro, le confirió una ciudadanía que le
permitió mirar la vida de una forma aún más competa, y agregar a su consecuente
militancia política y gremial, una capacidad notable para amar, entender al
otro, para dialogar, para construir relaciones de una calidad superior en
distintos ámbitos de la vida, incluyendo el de la propia familia. Fuimos amigos
y compañeros de militancia en la época de la vorágine previa al 11 de
septiembre del 73, cuando todo era una carrera contra el tiempo y contra el
golpe que venía. En este entonces, Pepe pasaba como un bólido por distintos
lugares en busca de informaciones, de recursos o apoyo, y su urgencia era la
del MIR, que buscaba tener mayor peso en los medios de comunicación, en las
poblaciones y fábricas, para plantear allí lo que considerábamos eran las
tareas necesarias. El conservó esa urgencia y ese entusiasmo por hacer cosas,
pero le agregó otros condimentos que son, tal vez, los que permiten que su memoria
llegue a ámbitos que van mucho más allá de su militancia y de nuestra
profesión. Es una memoria que nos interpela amistosamente, es una mano –un poco
pesada, como la de él – en el hombro, que nos llama a romper las censuras del
2002, a retomar el quehacer colectivo, a buscar alegremente la forma de
entregar a los jóvenes periodistas de hoy, los valores con los que Pepe
Carrasco sacó brillo a su opción de vida y militancia.
Ese mismo año, Luciano Carrasco, hijo de "pepe" también habló de su padre. el 11 de diciembre de ese mismo año Luciano se suicidó lanzandose a las lineas del tren a la altura de Pedro Aguirre Cerda.
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